La Araucanía es la quinta región más poblada y la mas pobre de Chile.

Desde 1994, cuando el entonces Presidente Aylwin comenzó con la política de entrega de tierras, el Estado ha comprado a privados más de 142 mil hectáreas entre Biobío y Los Lagos para transferirlas a comunidades indígenas, política que ha tenido un costo de unos US$ 500 millones.

De ese territorio, 96 mil hectáreas corresponden a predios de uso agrícola ubicados en La Araucanía, región que, a veinte años de la promulgación de la Ley Nacional de Desarrollo Indígena, figura como la quinta más poblada del país, con 998 mil habitantes, y como la más pobre de las quince regiones.

Para los empresarios de la región, el retraso económico de La Araucanía tiene una explicación bien clara: la violencia rural y la falta de certeza jurídica han hecho que parte de las inversiones que podrían haberse realizado en La Araucanía se traslade a las regiones vecinas, generando desempleo y pobreza.

Según la encuesta Casen 2011, el 22,9% de los habitantes de La Araucanía vive por debajo de la línea de la pobreza, cifra que contrasta con el promedio nacional, que es de 14,4%.

El ingreso per cápita de sus habitantes, en tanto, es de $179 mil mensuales, cifra que solo supera al promedio de los habitantes de El Maule y que representa menos de la mitad del ingreso promedio de las personas que viven en Magallanes, que es la región con mayor ingreso promedio del país, con $421 mil mensuales.

El PIB de La Araucanía, además, representa solo el 4% de todo lo que el país produce en un año ($2.228.267 millones) y solo supera a regiones mucho menos pobladas, como Los Ríos, Arica y Parinacota y Aysén.

Todo esto también encuentra un correlato en las condiciones de vida de sus habitantes. La mortalidad infantil en la región es de 8,6 niños muertos por cada 1.000 nacidos vivos, mientras que el promedio nacional es de 7,7 niños por cada 1.000 nacidos vivos. Las tasas de analfabetismo también son mayores en La Araucanía que en el resto del país: 7,3% de sus habitantes no saben leer ni escribir, cifra que contrasta con el promedio nacional, que es de 4,2%.

Inversión extranjera
El Parque Tecnológico e Industrial de Lautaro, fundado en 2001, es un buen barómetro del clima de negocios que se vive en la región. Al momento de su fundación, se esperaba que unas 100 a 150 empresas se instalaran en ese complejo en un plazo de diez años. A la fecha, solo 19 empresas están en el lugar y, de ellas, solo una corresponde a inversionistas extranjeros.

"La última inversión de capitales extranjeros que se hizo en la región fue la estadounidense Louisiana Pacific (fabrica tableros e invirtió US$ 50 millones en 2006), pero de ahí a la fecha, cero. El clima no es propicio", señala Emilio Taladriz, presidente de la Multigremial de La Araucanía, que agrupa a los principales gremios productivos de la región.

Según el dirigente, la falta de certeza jurídica es lo que ha hecho que la inversión privada se instale en las regiones vecinas.

Un ejemplo de ello es que La Araucanía es la segunda región del país con la mayor superficie de plantaciones de bosques (480 mil hectáreas, equivalentes al 20% del total nacional), pero solo tiene una planta procesadora de pulpa, ubicada en Collipulli. La Región del Biobío, en cambio, tiene siete plantas y El Maule, tres: "Es mejor perder un bosque que una planta industrial", explica Taladriz.
Para el empresario de La Araucanía José Miguel García -de Constructora García y que tiene inversiones en el rubro agrícola-, el escaso protagonismo económico de la región está claramente influido por la violencia rural.

"La falta de voluntad y de capacidad del Estado para controlar la situación y la falta de claridad para proponer un plan que encamine hacia soluciones de fondo acrecientan un cuadro que afecta gravemente la actividad productiva y el desarrollo de nuevos proyectos", dice.

Según cifras de la Sofofa correspondientes a diciembre de 2012, el país cuenta con un catastro de proyectos de inversión en ejecución por US$ 39 mil millones. De ellos, solo US$ 243 millones corresponden a La Araucanía, es decir, el 0,6% del total.

"Soy testigo de la buena disposición de los sectores gremiales hacia el Gobierno en la búsqueda de caminos, pero el tiempo se acabó y llegó la hora de sentarse a la mesa", dice García, quien agrega que ante el deterioro de la situación, "muchos inversionistas están buscando seguridad en otras zonas".
Los empresarios agrupados en la Multigremial de La Araucanía han instado al Gobierno a apoyar las alianzas productivas con trabajadores mapuches y no mapuches, facilitar el acceso a créditos, conectividad vial y agua potable para sectores de la zona que aún no lo tienen.

Hacia zonas más seguras
Incluso al interior de la región se observa un desplazamiento de las actividades hacia los sectores más seguros.

El empresario transportista de la zona, Álvaro Riquelme, señala que al interior de Temuco la situación todavía es aparentemente segura, lo que ha hecho que la actividad se concentre en esas zonas, pero a costa del empobrecimiento de las comunas rurales.

De las 47 mil empresas de La Araucanía, más de 20 mil están ubicadas en Temuco y Villarrica, mientras que en las comunas con mayor violencia, como Ercilla, hay solo 220 empresas, la mayoría pequeños agricultores. Esta es la comuna más pobre la región, con un 35% de su población bajo esa condición.

La ministra de Desarrollo Social, Fernanda Villegas, señala que la postergación de La Araucanía responde a razones históricas, pero también a factores económicos más recientes, como la estructura productiva que ha adoptado la región, el estancamiento de la agricultura y la falta de infraestructura.

"La actividad forestal ha ido ocupando territorios que tenían otras vocaciones. Las plantaciones de pino y eucalipto han transformado el escenario, han cambiado el bosque nativo, han bajado diversidad biológica y han hecho que disminuya la cantidad de agua requerida para riego, por ejemplo", señala.

Para abordar esta situación, agrega, se buscará que la entrega de tierras esté asociada a un desarrollo productivo acorde con la vocación de esos territorios: producción de semillas, flora baja, medicinas alternativas, recolección.

El presidente de la Corporación Chilena de la Madera (Corma), Fernando Raga, desestima ese análisis y señala que en La Araucanía el sector forestal da empleo directo e indirecto a unas 40 mil personas, y que la mitad de las exportaciones de la región provienen del rubro: "Es una falacia comparar con la agricultura, porque el sector forestal se establece en terrenos principalmente no agrícolas (no arables). Si no se forestan esos terrenos, no tienen alternativa agrícola, y ese supuesto empleo agrícola no se generará", estima.

Terrenos abandonados
Si la superficie agrícola productiva ha disminuido, señalan desde la Sociedad de Fomento Agrícola de Temuco (Sofo), no es por causa de las forestales. El presidente de la Sofo, Marcelo Zirotti, señala que en La Araucanía se han comprado durante los 20 años de vigencia de la Ley Indígena un total de 96 mil hectáreas de suelo agrícola y que, una vez entregados a las comunidades, salen del circuito productivo.

"Muchos de estos predios contaban con infraestructura productiva como galpones, riego, electricidad, bebederos, plantaciones forestales, además de tener suelos con fertilidad mejorada. Después de ser entregados, pierden su capacidad productiva, porque son dedicados al autoconsumo y lamentablemente no pocos se observan en total abandono", señala.

El secretario general de la Sofo, Andreas Köbric, indica que la pérdida de estos terrenos agrícolas ha tenido un impacto directo en la capacidad de la región para generar trabajo: "Nuestras estimaciones demuestran que en forma directa en el sector agrícola se han perdido, en el área rural de La Araucanía, al menos 20 mil puestos de trabajo por causa de la compra de predios por parte de la Conadi".

Fuente: elmercurio.com

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